Vitro, vitro, gorgorito, ¿qué tipos de vitros podemos encontrar para la cocina? En el mercado hay una gran variedad de vitrocerámicas para decorar nuestra cocina y preparar los mejores platos de la casa. Como las decisiones que determinan el futuro de nuestra vida, elegir la mejor vitro no es una tarea fácil y en ocasiones no encontramos el resultado esperado. En Murelli te aconsejamos sobre las mejores vitros según el estilo y la personalidad de tu cocina.
Vitros radiantes: ¡El calor es difusivo!
Son las vitrocerámicas más comunes a día de hoy en las cocinas de nuestro país. En las vitros radiantes el calor se genera a través de un sistema de radiantes –valga la redundancia– que se encuentran bajo el cristal de protección. Una de las ventajas de estas vitrocerámicas es que permiten cocinar con cualquier tipo de material –aluminio, barro, o cualquier otro–, algo que no sería posible en una vitrocerámica de inducción. Además, son más baratas que las de inducción. Sin embargo, tardan más en calentarse, consumen más electricidad y se rayan con facilidad. Si no queremos que se deterioren, debemos emplear productos especiales que nos ayuden a eliminar las manchas que se adhieren a la superficie.
Placas de inducción
Son las más modernas –y las más caras–, y cada vez son más habitaules en nuestras cocinas. Estas vitrocerámicas cuentan con un sistema electrónico compuesto por unas bobinas que generan un campo magnético, de tal manera que sólo se genera calor en la base del recipiente en el que queremos cocinar, aprovechando así la energía que se consume sin producir calor residual. Se calcula que pueden ahorrar entre un 40 y un 50% de energía, y los recipientes sobre la superficie se calientan mucho más rápido que otro tipo de placas.
Además, son las más seguras –algún despiste en cocina siempre hemos tenido–, ya que sólo calienta con el contacto de la base del recipiente, el cual siempre tiene que ser un material ferromagnético. Lo ideal es que cuente con un fondo plano, liso y grueso. Por eso es muy importante que las sartenes y las ollas las tengamos en buen estado para sacarle todo el partido a este tipo de vitrocerámicas. Además, si se derraman líquidos, estos no se queman como ocurren en las vitrocerámicas radiantes y no abrasaremos nuestros paños de limpieza.
Placas de gas, las de toda la vida
Son las más tradicionales. Aportan un toque rústico. Estas placas funcionan gracias a unas válvulas que se encargan de regular el paso del gas butano. Con estas placas podemos cocinar con cualquier tipo de material. Lo ideal es que tengan un encendido eléctrico y automático, sin que tengamos que activar el gas con cerillas. Consumen poca energía, calientan con rapidez y son económicas, pero la limpieza de una placa con gas puede llegar a convertirse en un engorro y si no se hace de forma habitual, puede acumularse la grasa bajo las celdas de metal. Además, necesitan revisiones periódicas.
Placas modulares: ¡Lo quiero todo!
Las placas modulares combinan zonas de gas, de inducción o vitrocerámica que permiten configurar formas de cocción diferentes y personalizadas. Son las más versátiles y están pensados para los amantes del arte culinario. Son las placas idóneas si no contamos con mucho espacio y queremos tenerlo todo en una misma vitro.
Las vitrocerámicas deben elegirse en función de la funcionalidad, del precio y su consumo, y como no, del estilo y la personalidad que queremos darle a nuestra cocina. Desde Murelli te aconsejamos qué vitrocerámica puede ajustarse mejor a lo que deseas y al presupuesto que planteas, para que puedas cocinar y disfrutar tus platos preferidos.
