Las reformas en la cocina aterran: dinero, tiempo, esfuerzo y un pico y pala que suena así: «Esto lo tiramos abajo». Y lo peor de todo: tener que aguantarse un par de días sin poder disfrutar de ella. Nos da pena cambiar la encimera a la que le hemos cogido cariño; la encimera con la que hicimos nuestra primera tortilla, el primer quemazón con la hoya caliente, o esas lentejas caseras del puchero agradecidas por los fuegos que han alimentado nuestras comidas. Por eso, si tu amistad con ella está bien consolidada, no hace falta que hagas muchos cambios para renovarla. Te damos un par de consejillos para reformar la cocina sin obras y sin ponerla patas arriba, ahorrarte un dinero, y ganar en rapidez y limpieza.
Ya sabéis que a mí, Murelli me llamo, las lámparas me encantan. Con sólo poner unas nuevas, transformas la cocina por completo. Un corte de pelo y nuevo look. Eso sí, acuérdate siempre de qué tipo de lámparas quieres y dónde las colocas, de su tamaño y volumen, del tipo de bombillas y del tono de la luz y de si nos decantamos también por focos empotrados. Una vez listo, ¡hágase la luz! Y si no queremos cambiar lámparas, puedes reemplazar tus bombillas por unas Led, y así te ahorras hasta un 50% de la factura de la luz.
Otra opción es empapelar parte de las paredes de tu cocina. Los hay de todos los colores y figuras y podrás darle una personalidad envidiable y orgullosa. No olvides de que tendrás que utilizar un papel que sea bien resistente a la humedad y a la grasa, que ya sabemos todos que el aceite de las croquetas es una erupción volcánica en potencia.
¿Y si cambiamos las puertas de los muebles de la cocina? Pues también es una posibilidad, y no necesitas hacer reformas de ningún tipo. Ojo con las medidas, que luego vienen los problemas de encaje. Puedes pintarlos —pintura nueva, ambiente fresco y novedoso— o cambiarlos por unas vitrinas translúcidas para fardar de vajilla nueva. ¡Ay, y los tiradores! Son un pequeño detalle, pero a quién no le gusta disfrutar de las pequeñas cosas.
También puedes pintar los azulejos para que tu cocina cambie de ambientes, pero cuidado con la pintura que escoges. Como te he dicho antes, tiene que ser una que sea resistente a la humedad y a la grasa. Si no te decides por el color, blanco que te quiero blanco; una apuesta segura, siempre de moda, luminosa y muy simpática para muchas combinaciones.
¿Te imaginas cambiar el suelo de la cocina sin reformarla? Pues sí, es posible con el microcemento, ya que puede instalarse sobre suelo antiguo y sin tener que levantarlo, siempre y cuando esté nivelado. Un suelo continuo, sin juntas, por lo que es muy fácil de limpiar. Además, podrás elegir una gran variedad de tonalidades.
Otra opción son los grifos. Aportan personalidad y elegancia. Pero en la decoración no sólo hablamos de la estética. Cambiar la grifería no supone un gasto excesivo y lo puede instalar por tus propios medios. Además, te permitirá ahorrar en el consumo del agua, ya que algunas incorporan dispositivos que te permiten reducir tu consumo hasta un 50%.
Por último, añade elementos nuevos: cuadros —no caigamos en el tópico del cuenco de frutas, por favor—, un reloj para asegurar los tiempos de cocina, tarros y porrones para conseguir un ambiente más campestre, o coloca pequeñas macetas con plantas apegadas a los platos: tomillo, romero, albahaca…
Y no te olvides de las paredes, sobre todo si tienes una cocina pequeña. En ella, puedes ganar mucho espacio colgando las sartenes, las cazuelas, las espátulas, los cuchillos con imanes, cucharones… También puedes colgar rodillos, tablas de cortar y adornarlos con platos de cerámica y flores. Sabrás donde tienes todo y no tendrás que estar cada dos por tres abriendo cajones.