Siempre nos ha gustado la luz. Es acogedora —siempre queremos estar cerca de ella— y nos guía e ilumina cuando nos hace falta. La luz en la cocina es indispensable: tiene su propio lenguaje; habla, transmite, comunica. Por eso es muy importante saber qué lámparas usamos para decorar nuestra cocina. Pueden ser discretas o altivas con aires galantes, pero siempre están ahí para influir en el diseño y en la funcionalidad de una cocina.
Las hay colgantes, posadas sobre el suelo, de todas las formas y tamaños que podamos imaginar, y a menudo nos preguntamos qué diseño concilia mejor con la composición de nuestra cocina.
Las lámparas colgantes son una de las alternativas más demandadas. Hay que tener en cuenta el volumen, el tamaño y la altura a la que queremos que estén sujetas del techo. Uno de los de los errores más comunes, que hemos advertido en otras ocasiones, es que se cuelguen demasiado arriba. Así no lucirán como deben. La altura dependerá en gran medida de la función que quieran conseguir, pero lo ideal es que se deje al menos unos 70 centímetros entre la lámpara y la mesa o la isla a la que alumbra de forma directa.
Los materiales son muy variados. Podemos encontrarlas de cristal, acero inoxidable, PVC, aluminio. Las lámparas metalizadas ayudan mucho a reflejar la luz, pero la personalidad de las mismas depende del estilo que pincelemos a nuestra cocina.
El tamaño, la forma y el volumen de las lámparas colgantes depende del lugar en el que las coloquemos.
Otro aspecto a tener en cuenta es el lugar en el que las situamos: no es lo mismo colocarlas encima de una barra, donde es preferible que sean ligeras y con poco volumen, que en un espacio abierto donde quieran ganar más protagonismo. También la cantidad. Las lámparas nos gustan mucho, pero no podemos obsesionarnos con ellas y hacer de nuestra cocina un escaparate de una tienda de iluminación. En la decoración no hay reglas exactas, pero con dos o tres es suficiente para iluminar nuestra querida estancia.
A la belleza nunca le ha gustado mucho llamar la atención. Las cocinas más seductoras guardan un secreto muy codiciado: la iluminación en el interior de los muebles, que aportan a la cocina un aire sofisticado, exclusivo y moderno. De forma discreta, realzará las figuras más emblemáticas, como tu vajilla o los utensilios a los que les tienes más cariño, ya que gracias a su versatilidad pueden colocarse en cualquier armario o estante para facilitar la búsqueda de cualquier utensilio. Además, este tipo de luces son muy eficientes y te ayudarán para que no tengas que encender todas las de tu cocina y reducir el consumo de energía.
La cocina ya no está sólo para preparar la comida. Cada vez es un espacio más reconfortante donde pasamos más tiempo. Por eso crear una atmósfera acogedora es indispensable. Es recomendable para las zonas de la encimera optar por una luz fría, de unos 4.000ºK. Así respetaremos el color natural de los alimentos. Para el office, lo ideal es una luz cálida, de unos 3000ºK. También hay que ser consciente de las tres funciones de la luz, ya que nos permitirá planificar mejor la iluminación de este lugar.
En primer lugar, la luz general, uniforme y constante. Por eso es muy recomendable utilizar una iluminación eficiente y sostenible, como la iluminación LED, que nos permita ahorrar en cada factura. De hecho, una bombilla con esta tecnología puede reducir el consumo en un 90% y puede durar diez veces más que las tradicionales. No olvidemos que las cocinas tienen que tratar de aprovechar la luz natural. ¡Aprovéchala siempre que puedas! En segundo lugar, la luz ambiental, que será la que creará atmósfera y estilo a tu cocina. Por ejemplo, puedes utilizarla encima de una isla, en el office, en una vitrina… Y, por último, la luz focalizada, la más discreta pero no menos importante, que requiere de zonas muy concretas y nos permite asegurar el ambiente que deseamos.